El urbanismo islámico de la Península Ibérica y la ciudad de Méxicoanálisis comparativo

  1. Tirado Salazar, Rodrigo Octavio
Dirigida por:
  1. Fernando Valdés Fernández Director/a

Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 20 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. Javier Baena Preysler Presidente/a
  2. Alfredo Mederos Martín Secretario/a
  3. Carmen Mena-García Vocal
  4. Miguel Ángel Cuevas Olascoaga Vocal
  5. Desiderio Vaquerizo Gil Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

El urbanismo islámico de la Península Ibérica y la Ciudad de México: análisis comparativo. por Rodrigo Octavio Tirado de Salazar Existe una serie de teorías mediante las cuales se ha pretendido explicar el fenómeno del primer urbanismo latinoamericano. Sin embargo, cuando se ha considerado la posibilidad de la continuidad de los modelos urbanos de la Península Ibérica como influencia determinante en las nuevas ciudades americanas, en ningún momento se ha estimado el urbanismo islámico como factor esencial que caracterizó gran parte de las ciudades de la Península Ibérica por varios siglos. Partiendo de ahí, mi trabajo de tesis doctoral intenta medir el daño que pudo haber hecho al muestreo de las referencias urbanísticas de las primeras ciudades de América Latina el no considerar el componente islámico. Con este objetivo en mente, emprendí un estudio sobre la primera traza de la ciudad de México que, en un principio, consistió simplemente en establecer el estado de la cuestión y recopilar la información cartográfica, bibliográfica y arqueológica disponible. Una vez compilados el material y los datos, arranqué un análisis urbanístico detallado que me llevó a aislar algunos de los elementos de la primera ciudad de México que tienen relación o procedencia islámica: • Las defensas militares de la ciudad, construidas de manera similar a algunas ciudades de origen islámico y adaptadas a la situación insular de la urbe y al terreno acuático que la circundaba. • El trazado de los acueductos y los métodos de reaprovechamiento de estas estructuras implementados por los conquistadores. • Las acequias como medios de comunicación y barreras defensivas de la ciudad. • El trazado como posible legado clásico o herencia prehispánica, pero cuya evolución pudo deberse a factores diversos. • Las calzadas prehispánicas, que fueron respetadas por los conquistadores y, por lo tanto, determinaron la orientación de la ciudad. • Las viviendas fortaleza, que fueron la característica de la primera ciudad de México a principios del siglo XVI. Algunas de ellas, como las Casas Viejas de Cortés, representaron un elemento central de mi análisis porque se presentaron como una enorme fortificación que aglutinaba los poderes económico, político, militar e incluso religioso de los primeros años de la ciudad, ya que la primera iglesia fue construida dentro de este complejo. En mi lectura del edificio, afirmo que la dinámica que desempeñaron las casas viejas de Cortés fue la misma que la de una alcazaba en la ciudad islámica, ya que fungieron como una ciudadela que reunía los poderes y servía como último reducto defensivo para la población local. La fortificación fue destruida en el siglo XVI, muy probablemente, a causa del símbolo del poder cortesiano que suponía. • La Plaza Mayor que fue, en un primer momento, la pequeña plaza que lleva el nombre de Plaza del Marqués, la cual se encontraba al frente del edificio conocido como las Casas Viejas de Cortés. Fue necesaria para realizar movimientos de tropas en caso de ataque, ya que la caballería y los arcabuceros no podían funcionar con efectividad sin espacio suficiente y sin bloqueos. • Los mercados que, como en las ciudades islámicas, resultaron de especial interés, ya que su ubicación, distribución y la manera en la que recibían provisiones ayudó a localizar los límites de la primera ciudad de México y, después, a establecer un espacio deshabitado alrededor de la ciudad que muy probablemente sirvió como defensa de la ciudad, a la manera de las ciudades islámicas. • El edificio de las Atarazanas fue una fortaleza marítima que resguardó los bergantines que sirvieron para dar sitio a la ciudad de Tenochtitlan. Esta fortaleza fue fundamental para asegurar el emplazamiento de la ciudad de México en el islote, pues permitía el control total de las aguas de la laguna. • Los Barrios de indios funcionaron de forma muy parecida a los arrabales de una ciudad islámica con sus propios centros religiosos y administrativos. Las conclusiones de la tesis fueron, a grandes rasgos, que la ciudad de México presenta ciertas características que resultan extrañas si tomamos al pie de la letra las teorías urbanísticas que consideran que su urbanismo hinca sus raíces en el urbanismo renacentista o en el modelo clásico. Es decir, la fundación de la ciudad de México no se llevó a cabo casualmente en el islote donde estaban las ruinas de la ciudad mexica. Por el contrario, la decisión de fundar la ciudad en medio del lago fue tomada gracias a que, para Hernán Cortés, era necesario poner barreras defensivas entre la nueva ciudad y un posible enemigo que podría ser encarnado por las tropas indígenas o por los mismos españoles que quisieran restarle poder al capitán. De esta manera, la fortaleza de las atarazanas cumplió la función de controlar el lago que había sido el “Talón de Aquiles” de Tenochtitlan. La ciudad quedaba protegida de tropas invasoras que sólo podrían entrar en la ciudad por medio de las calzadas que habían quedado en pie, razón por la cual se establecieron dos fortificaciones a los extremos de las calzadas para poder controlar dichas vías que servían como puentes. En el interior de la isla también se aplicaron sistemas defensivos que no están catalogados dentro de las características típicas de las ciudades medievales pero que podemos encontrar en las urbes islámicas contemporáneas a éstas por medio de la arqueología e, incluso, en las ciudades islámicas actuales, como en los casos de Fez y Megnés en Marruecos. Me refiero al espacio que se deja vacío entre la ciudad española y los barrios indígenas, además de la utilización de las acequias como barreras que podían limitar la velocidad de ataque de un supuesto invasor que lograra superar los demás sistemas defensivos. Ciertamente, la ciudad de México sufrió cambios a la llegada del primer virrey Antonio de Mendoza, quien tenía la explícita intención de modificar la ciudad para darle un aspecto renacentista. Por este motivo, la ciudad en la que pueden rastrearse las características aquí mencionadas es la ciudad cortesiana, es decir, la ciudad que inició en 1524 y que concluyó en 1535 a la llegada del primer virrey. En suma, el urbanismo islámico de la Península Ibérica resulta una herramienta fundamental para comprender los modelos urbanos que inspiraron a los urbanistas que crearon las primeras ciudades latinoamericanas.