Percepción y representación. El territorio andaluz en la cartografía manuscrita del siglo XVIII

  1. ORTEGA CHINCHILLA, MARÍA JOSÉ
Dirigida por:
  1. Jesús A. Marina Barba Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 12 de febrero de 2010

Tribunal:
  1. Manuel Barrios Aguilera Presidente/a
  2. Juan Antonio Calatrava Escobar Secretario/a
  3. Fernando Bouza Vocal
  4. Lorenzo Cañas Vocal
  5. Francisco Andújar Castillo Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 288253 DIALNET

Resumen

Los planteamientos teóricos y propuestas de análisis que aquí desarrollamos tienen como eje central la imagen. A partir de su consideración como material visual susceptible de ser empleado por el historiador, nos hemos aventurado a trabajar con algunos conceptos que, en principio, podrían parecer algo alejados de la disciplina histórica y más ligados a la Historia y Psicología del Arte, Semiología, teorías sobre la Imagen y Comunicación Visual por una parte, y atendiendo a su contenido, a la Geografía de la Percepción y Psicología ambiental por otra. Sin embargo, entendiendo la actividad investigadora en Ciencias Sociales desde una perspectiva multidisciplinar, creemos que la introducción de conceptos tradicionalmente asociados a otras ciencias, la incorporación de líneas de interpretación más innovadoras y de métodos de análisis menos convencionales para el historiador, lejos de confundir, restar o desdibujar nuestra labor, contribuirán a ampliar nuestro horizonte de referencia y enriquecer nuestra mirada. Esos conceptos a los que nos referimos son los de Percepción, Representación y Paisaje, y el modelo de análisis, el que se fundamenta en el lenguaje visual. Vertebrando esta trilogía conceptual aparece la Imagen: documento visual o re-presentación del pasado que nos permite aproximarnos, a partir de su análisis icónico-plástico, al universo de las percepciones del territorio/paisaje en el siglo XVIII. Si bien la experiencia vital del entorno, el uso que se hace del mismo, etc., determinan la percepción del espacio y sus representaciones subjetivas, también el Tiempo entendido como categoría histórica influye en dicha percepción al convertirse en agente transformador de significados. Además de las transformaciones físicas en el paisaje provocadas por la sucesión de los distintos procesos históricos (con sus respectivos modos de producción, relaciones sociales, etc. ), el universo de los significados, maleable también en manos del Tiempo, cargará de contenidos cambiantes el paisaje. Más sutiles que las heridas físicas sobre el territorio, las concepciones territoriales, esto es, los significados que se le asignan, se sitúan en el punto de origen de cualquier transformación, por lo que el historiador deberá remitir a ellos para comprender ordenaciones, usos y proyecciones espaciales en épocas históricas determinadas. Las imágenes con las que trabajamos, como representaciones subjetivas del entorno, constituyen un medio perfectamente válido para aproximarnos a algo tan intangible como son estas concepciones o percepciones sobre el territorio/paisaje. Al analizarlas nos dirigiremos a las formas para llegar a los significados que éstas dibujan, entendiendo que aunque las categorías espaciales permanezcan constantes no sucede así con el sentido o el significado que se les adjudica a cada una de ellas. Esta es la clave que nos permite elaborar un discurso histórico de la percepción del espacio. Las representaciones o croquis manuscritos que constituyen la base de esta investigación se nos muestran, efectivamente, como un medio eficaz para acceder a una concepción territorial alternativa a la construida por la cartografía científica sujeta al Poder, que es a la que el historiador suele atender. Esa cartografía oficial supuestamente objetiva en la que desaparece la perspectiva y en la que el espacio se nos muestra deshumanizado, se opone a esta cartografía manuscrita elaborada desde la perspectiva subjetiva de quien dibuja. Son sus percepciones las que quedan registradas en el papel mediante trazos y manchas de color. Y es a partir de ellas que el historiador puede acceder a esa imagen mental del territorio construida a base de experiencias, valores, memoria, identificaciones y símbolos.