Escenas culturalesuna aplicación al análisis de las ocupaciones creativas y las desigualdades territoriales en España

  1. Mateos Mora, Cristina
Supervised by:
  1. María Jesús Rodríguez García Director
  2. Clemente J. Navarro Director

Defence university: Universidad Pablo de Olavide

Fecha de defensa: 04 February 2016

Committee:
  1. Jesús Leal Maldonado Chair
  2. María Rosa Herrera-Gutiérrez Secretary
  3. Marta Klekotko Committee member
Department:
  1. Sociología

Type: Thesis

Teseo: 396777 DIALNET lock_openRIO editor

Abstract

El estudio de la cultura, entendida como modos y estilos de vida que se expresan en términos de prácticas culturales, desde las más elitistas a las más populares, ha supuesto un tema clave en el estudio sociológico del territorio (Lucchini, 2002). De hecho, está presente en el fenómeno que dio origen al análisis sociológico como disciplina, a saber, el cambio social desde las sociedades tradicionales a las modernas (Tilly, 1991; Giner, 1991). Esto se manifiesta en una de las dicotomías clásica del pensamiento sociológico, como es la de comunidad frente a asociación, que tienen su correlato espacial en la dicotomía rural-urbano (Nisbett, 1977). Ahora bien, esta manifestación espacial tiene lugar tanto en la que pudiéramos denominar dimensión física¿ (volumen, densidad y concentración de población, actividades productivas, densidad de edificaciones, etc.), en la dimensión `social¿ (composición, diversidad, división del trabajo, desigualdades, etc.), pero también en su dimensión cultural. Para los autores clásicos, la ciudad es tanto un `modo de vida¿ (Whitt, 1987), como un `mosaico de culturas¿ (Park, 1916), el espacio en el que es posible manifestar la diversidad cultural que se corresponde con el cambio desde la `comunidad¿ a la `asociación¿. Para el análisis sociológico clásico existe una `cultura de la ciudad¿ que se manifiesta en estilos y modos de vida diferentes a la cultura comunitaria característica del ámbito rural que se expresa mediante diferentes prácticas culturales que adoptan un carácter menos convencional (Sennet, 1969). Lo anterior supone que la ciudad, como manifestación espacial del cambio social no es sólo el soporte de ciertas actividades (productivas, residenciales, etc) sino que aparece como un `espacio significativo¿, como un `lugar¿ en el que se producen procesos de interacción que son significativos, que tienen valor simbólico, para quienes allí reside, o que son reconocidos por otros (Gieryn 2000; Leal, 1992). Ahora bien, esto ha dado lugar a que la literatura contemporánea sobre el análisis de la cultura y el territorio no se centre únicamente en analizar la `cultura de la ciudad¿, el modo de vida que la hace distintiva, sino las manifestaciones de la cultura en el territorio en general, para poder analizarlo como un espacio significativo de interacción social y no meramente como un `contenedor¿ de actividades, sea la ciudad u otro tipo de asentamiento humano. Lo anterior no implica que las dimensiones física, social y cultural del territorio no guarden relación entre sí; por ejemplo, que la concentración y densidad de población no suponga la posibilidad de un mayor grado de diversidad, y con ello, la posibilidad de un mosaico más amplio de culturas que espacios que no se corresponden con esas características, tal y como postula la teoría de las sub-culturas urbanas (Fisher, 1976). La idea, más bien, es entender que la cultura supone un elemento cada vez más importante para entender los procesos de cambio social y su manifestación en el territorio, o incluso, el hecho de concederle cierta `autonomía analítica¿ a la hora de ofrecer explicaciones sobre los fenómenos sociales y de la forma en que se manifiestan en el territorio. Por ejemplo, la cultura, sea en términos de industrias o clase creativa viene apareciendo como un elemento cada vez más relevante en la agenda de investigación sobre el cambio y desarrollo territorial en términos de crecimiento demográfico o económico. No se trata sólo de estudiar espacios productivos, sino también el espacio como lugar de consumo que atrae a distintos grupos sociales según el modo de vida que fomentan, cuya presencia influye en el desarrollo local (Glaeser, 1994; Florida, 2002). Del mismo modo, la cultura aparece como un factor relevante para entender algunos de los procesos de cambio que tienen lugar en el seno de las ciudades, como por ejemplo, la gentrificación, pues ésta supone tanto una barrera social, como una barrera cultural entre los barrios en atención a los modos de vida y prácticas culturales menos convencionales de los nuevos habitantes que desplazan a otros de sectores más populares, sus prácticas culturales y usos del espacio urbano (Zukin,1995; Navarro, Guerrero, Muñoz y Mateos, 2013). Pero la cultura, entendida como estilos de vida y prácticas culturales, también aparece como una fuente de conflictos territoriales. Estos no se refieren únicamente a la lucha por el valor de uso y el valor de cambio del espacio, y los sectores que los defienden (Logan y Molotch, 1987), sino también a la legitimidad de la expresión de distintos modos de vida y su uso del espacio público (Sharp, 2005). Así, por ejemplo, los nuevos movimientos urbanos no sólo 6se refieren a la lucha por conflictos distributivos en torno a equipamientos colectivos, sino a conflictos de orden simbólico respecto a la legitimidad de distintos modos de vida y su expresión territorial en el espacio público (Castells, 1976). Lo anterior también se manifiesta en la creciente importancia que adquieren las `políticas culturales¿ en el ámbito local, no sólo porque supongan una posible estrategia de desarrollo económico o un instrumento para lograr la cohesión social (Bianchini, 1993), sino, sobre todo, porque suponen un espacio híbrido entre estos dos ámbitos clásicos de las políticas urbanas, un espacio transversal que da lugar a nuevas formas de gobernanza territorial en el que participan, tanto actores tradicionales, como otros más novedosos (Navarro y Clark, 2010). Lo anterior constituye ejemplos sobre la creciente importancia de la cultura como elemento a considerar en el análisis sociológico del territorio en las sociedades post-industriales. Muy resumidamente, cabría sostener que esto se basa, principalmente en dos argumentos. Por un lado, al entender que el territorio debe concebirse como un lugar o espacio significativo de interacción social, no sólo como un contenedor de actividades económicas o residenciales. Y con ello, por otro lado, que por ello quizás tenga un valor analítico distintivo frente a otras posible explicaciones respecto a los fenómenos sociales y su manifestación territorial. Se trata por tanto, de centrar el análisis en la dimensión cultural del territorio. Partiendo de estas dos ideas, en este trabajo pretendemos abordar el análisis de algunos aspectos concretos de esta agenda de investigación referidos al primero de los asuntos expuestos: el desarrollo territorial. De hecho, en la explicación de este fenómeno vienen cobrando cada vez más importancia factores ligados a la cultura y las prácticas culturales. Así, además de otros factores clásicos, como la localización, la especialización productiva o el capital humano. Como recursos o `ventajas competitivas¿ de cara al desarrollo territorial, viene realizándose un conjunto de propuestas que llaman la atención sobre la importancia de factores de índole socio-cultural (Rosdil,¿). Por un lado, porque desde finales de la década de los ochenta, viene llamándose la atención sobre la importancia del `clima social¿ como factor favorecedor del desarrollo, y en particular, la literatura referida al `capital social¿. Su idea principal es que los valores cooperativos, la diversidad o la tolerancia, que son característico de espacios específicos y difícilmente `exportables¿ a otros lugares, son elementos que influyen en el desarrollo territorial (Blakely, 1994; Clarke y Gaile, 1998; Woolcock, 1998). Por otro lado, porque de forma más reciente se señala la importancia de lo que pudiéramos denominar el `clima cultural¿, el estilo de vida y prácticas culturales características de un territorio, que lo hacen reconocible, o incluso, atractivo para diferentes grupos sociales. La pregunta no es, pues, qué se produce o quien vive en un territorio, sino más bien cuáles son sus estilos de vida característicos. Por tanto, el territorio no se analiza únicamente como espacio productivo o residencial, sino también como `paisaje cultural¿ en el que distintos estilos de vida y prácticas culturales son más o menos legítimos en cuanto a su expresión y ocupación del espacio público (Zukin, 1995). Es en esta última línea en la que vienen desarrollándose la perspectiva de las `escenas culturales¿, entendida como conjunto de oportunidades de consumo cultural que, situadas en un espacio concreto, se caracteriza por fomentar el desarrollo de ciertos estilos de vida, ciertas prácticas culturales, dotando así de valor simbólico al territorio (Silver, Clark y Navarro, 2010). Para esta perspectiva, el carácter de las escenas culturales, por los estilos de vida que fomentan, puede influir, con cierta independencia de otros factores, en el desarrollo territorial porque crea el ambiente (o buzz) en el que se produce intercambio de información e interacción social entre agentes que pueden contribuir al desarrollo territorial. Escenas culturales, creatividad y desarrollo territorial: el caso de España En el marco de lo expuesto previamente, el objeto de este trabajo se centra en aplicar la perspectiva de las escenas culturales al análisis del desarrollo territorial en España, tratando con ello de avanzar en el desarrollo de esta perspectiva, tanto lo que se refiere a su validez para estudiar el carácter cultural del territorio, como su valía para explicar ciertos fenómenos sociales, tal y como sugieren Silver et al., (2010). Para ello nos hemos beneficiado del trabajo desarrollado en el marco del proyecto `La dinámica cultural de la ciudad¿ (CSO2008-04288/SOCI), que desarrollado desde el Centro de Sociología y Políticas Locales de la Universidad Pablo de Olavide, ha tratado de avanzar en el mismo objetivo. Más concretamente, tratamos de desarrollar argumentos analíticos y evidencias empíricas sobre la aportación de esta perspectiva en el marco de la reciente literatura sobre el papel de la creatividad en la explicación del desarrollo territorial. En este sentido, las preguntas principales, tanto de orden analítico como de orden empírico que planeamos son las siguientes. Por un lado, ¿qué son y cómo reconocer las escenas culturales?, ¿cómo influyen en el desarrollo territorial? Y por otro lado, ¿qué escenas culturales están presentes en el territorio español?, ¿cómo influyen en las desigualdades territoriales en España? Evidentemente, junto a estas preguntas iremos planteando otras, si se quiere, complementarias, que derivan de la literatura sobre creatividad y desarrollo territorial. Más concretamente, con la primera pregunta trataremos de validar la perspectiva de las escenas culturales como instrumento analítico y operativo para estudiar el territorio como lugar, como espacio significativo para la interacción social. Con la segunda trataremos de ver la valía explicativa de esta perspectiva, su contribución a la explicación de un fenómeno respecto a otras perspectivas. Así, en el primer capítulo se presenta la perspectiva de las escenas culturales, tanto desde un punto de vista analítico como operativo, así como su aplicación al caso español. Se trata de presentar la aportación de este nuevo enfoque frente a los otros dos que vienen centrado el estudio de la relación entre cultura y territorio, a los que denominaremos `distritos culturales¿ y `barrios culturales¿. El primero de éstos se centra en la localización de las actividades del sector cultural y creativo y sus efectos, el segundo lo hace sobre la localización de agentes creativos e innovadores. En cambio, la perspectiva de las escenas culturales pretende caracterizar el territorio como espacio significativo de interacción social a partir de los estilos de vida que fomenta en razón de las oportunidades de consumo cultural que existen en el mismo (Silver et al., 2010). No se trata de conocer qué se produce o quién reside, sino de qué estilos de vida, qué conjunto de prácticas culturales pueden desarrollarse en un territorio. Después de presentar brevemente las tres perspectivas (distritos, barrios y escenas culturales), se exponen los fundamentos analíticos y operativos de la última. O de otra forma, se trata de responder a las siguientes preguntas: ¿qué son las escenas culturales?, ¿cómo se reconocen empíricamente? Posteriormente se aplica la perspectiva para el caso español con el objeto fundamental de validarla, tanto en términos de validez de constructo, como de convergencia y descriptiva. Esto se hace para tres escalas territoriales diferentes, sistemas locales de trabajo, grandes ciudades y barrios en el seno de estas, con el objeto de mostrar si la perspectiva `viaja¿ adecuadamente a través de ellos, proporcionando así la posibilidad de realizar estudios comparados entre territorios, ciudades, así como en su interior. Los análisis muestran que las escenas se ordenan en una dimensión que distingue entre aquellas más comunitarias, caracterizadas por el valor de la costumbre, el localismo, la tradición o la formalidad, y aquellas otras más innovadoras en las que predominan, por ejemplo, la expresividad y la transgresión. Esta distinción, validada mediante análisis factorial, se distribuye de la forma esperada tanto para la geografía española, como al comparar grandes ciudades y sus barrios. Ahora bien, la perspectiva de las escenas culturales no supone sólo una mirada diferente al hecho cultural en el territorio, sino también una forma de mirarlo algo más amplia que las otras dos perspectivas. Esto se debe a su principio básico de `relativismo contextual¿: El territorio es significativo por los estilos de vida que fomenta, y por tanto, lo es para distintos grupos de distinta forma (Clark, 2003). Por ejemplo, aquellas escenas culturales que fomenten estilo de vida innovadores atraerán a grupos más transgresores, menos convencionales, pero al contrario sobre otros más tradicionales. O más en general, distintos tipos de escenas atraen a diferentes colectivos, y por tanto, pueden tener diferentes efectos sobre el desarrollo territorial. Esto ofrece la oportunidad de probar la valía analítica de esta perspectiva respecto a una de las actuales líneas de trabajo sobre cultura y territorio presentadas más arriba; a saber: la relación entre creatividad y desarrollo territorial. Desde este punto de vista, la `tesis de la clase creativa¿ propuesta por Florida supone un `caso¿ de estudio, entre otros posibles, para la perspectiva de las escenas culturales. Según esta tesis, la clase creativa es atraída por ambientes donde prima la tolerancia, la diversidad y la posibilidad de desarrollar prácticas culturales menos convencionales. Por tanto, sería posible ver si escenas culturales que se acerquen a esos rasgos influyen en la atracción de clase creativa, con independencia de otros posibles factores, comprobando así su valía analítica respecto a la explicación del desarrollo territorial. El análisis de este asunto se realiza en los dos siguientes capítulos de este trabajo. Muy resumidamente, la tesis de la clase creativa sostiene, primero, que este grupo tiende a localizarse en aquellos espacios que por su clima social y cultural son más cercanos a su estilo de vida; esto es, menos convencionales, y segundo, que la creatividad que desarrollan en el desempleo de su trabajo contribuye a hacer más competitivos a los territorios en los que residen en el marco de la economía de la información (Florida, 2008). Ahora bien, el carácter de las escenas culturales ¿se relaciona con la localización de este colectivo?, ¿influye en la contribución que hacen al desarrollo territorial? Estas serán por tanto, nuestras preguntas principales. No obstante, como es sabido, la perspectiva de la clase creativa ha recibido mucha atención, pero también bastantes críticas, no sólo por sus postulados sobre el efecto de este grupo sobre el cambio urbano y territorial, sino por la propia definición del mismo. Por ello, el segundo capítulo se detiene en discutir analítica y operativamente el concepto de `clase creativa¿. De resultas de esta revisión propondremos el uso del término `ocupaciones creativas¿ en vez del término de `clase creativa¿, aunque por cuestiones de estilo en algunas ocasiones los usemos indistintamente. Y además, basándonos en la propuesta de Asheim y Hansen (2009), distinguiremos, conceptual y operativamente, sus tres sectores constitutivos en función del tipo de conocimiento, y por tanto, su grado de creatividad, a saber: núcleo creativo (conocimiento analítico), bohemios (conocimiento simbólico) y profesionales creativos (conocimiento sintético). Mientras que los dos primeros se caracterizan por plantear nuevos problemas y soluciones, el tercero lo hace, fundamentalmente, por aplicar nuevas soluciones o generar nuevas combinaciones de alternativas ya existentes. ¿Cómo medir empíricamente cada sector en una escala territorial de ámbito local?, ¿qué peso tienen cada uno de ellos en España? En resumen, el segundo capítulo trata de responder a las siguientes preguntas: ¿qué son las ocupaciones creativas?, ¿cómo operacionalizar este concepto?, ¿cómo aplicarlo al caso español? El tercer capítulo, en cambio, pretende responder a la siguiente pregunta: ¿dónde se localizan las ocupaciones creativas en España?, ¿qué factores lo explican?, y más concretamente, ¿cómo influye en ello el carácter de las escenas culturales? (nuestra primera prueba del valor analítico de esta nueva perspectiva). Para ello, se presenta, en primer lugar, un análisis descriptivo sobre la distribución de las ocupaciones creativas en los sistemas locales de trabajo en todo el territorio español. En segundo lugar, revisamos la literatura para conocer qué factores podrían explicar tal distribución, derivando de ello algunas hipótesis que pasamos posteriormente a analizar empíricamente. Y en especial, se presentan argumentos acerca del papel que en ello juegan las escenas culturales. A este respecto, los análisis permiten concluir, por un lado, que con independencia de otros factores, las ocupaciones creativas se localizan allí donde existen escenas innovadoras frente a las más comunitarias, pero sobre todo, que esto se produce respecto a sus dos sectores más `genuinos¿: núcleo creativo y bohemios. El capítulo cuarto enfrenta la tarea de tratar de analizar el papel de la creatividad en la explicación de las desigualdades entre los sistemas locales de trabajo en términos de renta de sus habitantes (si se quiere, la segunda prueba del valor analítico de la perspectiva de las escenas culturales). Evidentemente, este último es un indicador básico que da cuenta de un aspecto concreto del desarrollo territorial, pero, tal y como argumentaremos, tanto por razones sustantivas, como operativas, puede resultar válido a los efectos de los objetivos de este trabajo. En concreto, pretendemos conocer si la creatividad, en términos de ocupaciones creativas o de escenas culturales innovadoras, permite explicar esas desigualdades con cierta independencia de otras perspectivas teóricas más clásicas, como la especialización productiva, el capital humano o el clima social. Para ello, y como en capítulos anteriores, después de presentar descriptivamente la distribución de la renta media por habitante en los sistemas locales de trabajo, revisamos la literatura para establecer las hipótesis que tratamos de evidenciar empíricamente, y en especial, lo que se refiere a las escenas culturales. Los análisis muestran que, una vez controlado el efecto de otros factores, en aquellos sistemas locales de trabajo donde existen escenas más innovadoras existe mayores niveles de renta A grandes rasgos, la revisión del trabajo realizado permite plantear algunas conclusiones respecto a las preguntas centrales planteadas al inicio del trabajo sobre la relación entre creatividad y desarrollo territorial, y en particular, sobre la contribución que al respecto puede realizar la perspectiva de las escenas culturales como un enfoque que considera el territorio como lugar, como espacio significativo de interacción a partir de los estilos de vida y prácticas culturales que fomenta. O de otra forma, como un enfoque que introduce específicamente a la cultura como un factor explicativo independiente de otros más clásicos. Aunque también cabe destacar algunas limitaciones del trabajo desarrollado En este sentido, la perspectiva de las escenas culturales parece ofrecer una explicación diferente, complementaria, a otras perspectivas, en la media en que no se centra en la especialización productiva o el tipo de residentes, sino en los estilos de vida que caracterizan al territorio como lugar, como espacio significativo para la interacción social. Por un lado, aparece un factor explicativo de la localización de las ocupaciones creativas, y por otro lado, parece aportar cierta explicación de las desigualdades territoriales de renta, tanto directamente, como por incentivar el efecto de la presencia de las ocupaciones creativas. Las escenas culturales innovadores, frente a las comunitarias, suponen un clima apropiado (buzz) para el desarrollo de la innovación y la creatividad. Esa es la aportación de la perspectiva de las escenas culturales al estudio del desarrollo territorial: se trata de un marco apropiado para la generación e intercambio de innovación y creatividad que, si se quiere, conecta los `distritos culturales¿ y `los barrios culturales¿ al favorecer la interacción entre agentes y actividades innovadoras en el clima cultural que supone un conjunto específico de oportunidades de consumo cultural en un territorio determinado que es significativamente atractivo para esos grupos. Ahora bien, otra de nuestras conclusiones, es que lo anterior se da, sobre todo, para aquellos sectores más `genuinos¿ de las ocupaciones creativas: núcleo y bohemios. Esto se evidencia tanto en los patrones de localización de estos grupos, como en su aportación en la explicación de las desigualdades territoriales de renta, tanto directa, como indirectamente a través de las escenas innovadoras. Esto sugeriría otra revisión a la idea de `clase¿ u ocupaciones creativas, además de las introducidas en el segundo capítulo; a saber: si la creatividad supone un factor de desarrollo territorial, el análisis debe restringirse a aquellos sectores de las ocupaciones creativas que aportan más a la misma porque generan nuevos problemas y soluciones (núcleo creativo y bohemios), no sólo por la aplicación de las últimas (profesiones creativas). Evidentemente, sería necesario constatar que los resultados alcanzados se dan en otros países, pero por ahora la literatura no ha afrontado el análisis de las `ocupaciones creativas¿ y sus efectos sobre el desarrollo territorial diferenciando entre sus sectores constitutivos, como hemos hecho en el presente trabajo. También podría tratar de constatarse los efectos que se mostrarán mejorando la medición del desarrollo territorial. Este supone un concepto amplio, que aquí hemos reducido en términos de renta media por habitante, pero que, no obstante, cabría mejorar incluyendo otros aspectos. La literatura sobre creatividad y desarrollo urbano, por ejemplo, suele atender al crecimiento demográfico, la creación de empleo o la renta (Donegan et al. 2008); como también, dando cuenta no sólo de desigualdades, sino de cambio en el tiempo. No obstante, a este respecto existen limitaciones operativas derivadas de la disponibilidad de información, tanto para la renta, como para otras variables independientes que hemos utilizado aquí derivadas del nuevo Censo de Población y Vivienda o la imposibilidad de acceder a otras fuentes (como la Agencia Tributaria o la seguridad Social), lo que sin duda llama la atención de las dificultades que entraña actualmente, y en el futuro, la investigación de procesos territoriales a escalas inferiores a la comunidad autónoma o la provincia en España. En resumen, este trabajo pretende llamar la atención sobre la necesidad de incorporar el análisis de las dimensiones culturales del territorio desde una perspectiva propiamente sociológica, esto es, que atienda a los procesos de interacción social de carácter significativo que caracterizan al territorio como lugar, y no únicamente como espacio físico en el que se desarrollan relaciones productivas, o en términos de patrones residenciales y composición social. Para ello se basa en la propuesta de las escenas culturales, aplicándola al caso español y tomando como caso de estudio el papel de los agentes creativos sobre el desarrollo local. En general, este ejercicio ha permitido constatar la especificidad de este enfoque frente a otros que analizan la relación entre cultura y territorio, así como su contribución específica para explicar la localización de los agentes creativos y el desarrollo territorial en términos de desigualdades de renta.