Poder, control y castigofines de la pena e influencia del mercado en la definición del enemigo

  1. barros melo de collares cunha barreto, izabella de fatima
Zuzendaria:
  1. Carmen López Peregrín Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad Pablo de Olavide

Fecha de defensa: 2016(e)ko urtarrila-(a)k 14

Epaimahaia:
  1. María Acale Sánchez Presidentea
  2. María del Valle Sierra López Idazkaria
  3. José Ángel Brandariz García Kidea
Saila:
  1. Derecho Público

Mota: Tesia

Teseo: 396916 DIALNET lock_openTESEO editor

Laburpena

El objetivo de este trabajo es analizar las eventuales relaciones entre el poder político y el mercado, sobre todo en lo que se refiere a los posibles cambios en la legislación penal favorables a garantizar el mantenimiento del poder y del capital en las manos de aquéllos que fomentan dichas leyes, idea que surge al observar las más recurrentes reformas legales, especialmente perjudiciales para la sociedad civil, que no parecen contemplar todos los tipos de criminalidad o de delincuentes, sino sólo algunos específicos, más rechazados por la población. Rechazo que, sin embargo, quizás no surja de ellos naturalmente, sino que parece fomentado por los medios de comunicación y por el poder político que insistentemente tratan de hacer referencia a la amenaza que representan dichos supuestos y a la consiguiente necesidad de combatirlos. Para realizar este análisis, se empieza por volver la vista atrás y repasar las propuestas de los reformadores, y desde ahí se siguen los pasos a los cambios que la propia historia del castigo, naturalmente influenciada por el desarrollo del liberalismo, impuso al sentido de la respuesta estatal y a la lógica referente a los sujetos entendidos como enemigos en cada momento histórico. Y llegados a la actualidad, se pone en relación lo anterior con los más recientes movimientos opresores, sea por parte de las fuerzas policiales, sea por el propio poder legislativo, puestos en marcha en contra de aquéllos que tratan de contradecir el orden económico impuesto en un contraataque del Estado en la lucha contra la disidencia político-económica que se vuelve cada día más intolerante y más amenazante para las libertades. Un contraataque que, en materia penal, se ha plasmado en las reformas de 2003, 2010 y 2015, con las que el legislador ha aumentado el control. Especial atención merece en este trabajo el tratamiento penal de los delitos terroristas, los más graves y rechazados, y castigados por las más duras penas del ordenamiento punitivo, por ser a través de ellos como el legislador de 2015 trata de enfrentar a la masa de individuos que se oponen a los excesos que les demanda el capitalismo avanzado.