Hacia una propuesta pluriversal, crítica y decolonial sobre democracia y derechos humanosaportes en diálogo con la revolución cubana.
- VITÓRIA, PAULO RENATO
- David Sánchez Rubio Director
Defence university: Universidad Pablo de Olavide
Fecha de defensa: 07 September 2017
- Marcos Roberto Roitman Rosenmann Chair
- Nuria Cordero Ramos Secretary
- María José González Ordovás Committee member
Type: Thesis
Abstract
La democracia y los derechos humanos constituyen una de las grandes paradojas del mundo actual. Al mismo tiempo en que sirven para alentar a diferentes procesos de lucha contra la explotación, la dominación y la inferiorización de unos seres humanos por otros y fomentar sus esperanzas por un mundo más justo, sirven también para naturalizar y justificar estas mismas dinámicas en concreto. En nombre de la democracia y de los derechos humanos se han trabado inúmeras guerras, se han justificado ataques unilaterales contra pueblos indefensos, bombardeos, golpes de Estado, fraudes electorales, torturas, persecuciones y todo tipo de agresión. En nombre de la democracia y de los derechos humanos se ha transformado la tierra, el agua, las semillas, la información, el capital, la tecnología, la educación, la medicina, la cultura, los medios de comunicación (y un largo etc.) en mercancías pasibles de apropiación, acumulación y especulación, orientadas a la satisfacción de intereses particulares. A lo largo de los últimos 58 años, la democracia y los derechos humanos fueron temas frecuentemente evocados por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos para justificar sus multiformes agresiones contra la población cubana, con la complicidad de sus aliados. Dichas agresiones, ampliamente documentadas y rechazadas por la comunidad internacional, incluyen métodos como invasión militar, sabotajes, atentados terroristas, intentos de asesinato a Fidel Castro, ataques biológicos, agresiones mediáticas e informativas y terrorismo económico. Ante el fracaso de tales métodos, el exmandatario estadounidense Barack Obama tomó recientemente la decisión de restablecer las relaciones de su país con Cuba (rotas de manera unilateral por Estados Unidos en enero de 1961), reafirmando en sus discursos la persistencia del objetivo histórico de derrocar al gobierno revolucionario (provocar un “cambio de régimen” es el término utilizado), para “llevar” a Cuba, finalmente, la democracia y los derechos humanos. Todo ello nos conduce a la necesidad de plantear algunos cuestionamientos. Si es posible violar sistemáticamente a los derechos humanos de todo un pueblo, precisamente en nombre de los derechos humanos, ¿qué concepción de derechos humanos defienden los países occidentales, y en especial los Estados Unidos? ¿Se supone que la misma debería ser deseable por parte de los agredidos? Si es posible intentar derrocar o desestabilizar a un gobierno soberano, precisamente en nombre de la democracia, ¿qué concepción de democracia se defiende desde los países occidentales? ¿Cuáles serían las condiciones para que se considere un país como siendo democrático y respetador ejemplar de los derechos humanos? ¿Puede un pueblo elegir otro proyecto político, social y económico, como lo hizo Cuba, de manera soberana, sin sufrir agresiones? ¿Es antidemocrático que un pueblo elija un camino diferente al del “libre mercado”? ¿Qué es lo que debemos entender cuando los sucesivos mandatarios estadounidenses y europeos afirman que quieren llevar a los cubanos (y al resto del mundo) la democracia y los derechos humanos? Finalmente, ¿es posible (y necesaria) la formulación de otras concepciones de democracia y derechos humanos más coherentes y más amplias en términos de reconocimientos? Para enfrentar dichas cuestiones, la tesis propone un análisis crítico de las concepciones de democracia y derechos humanos dominantes en la tradición occidental, con la intención de problematizar y hacer visibles sus premisas, construidas sobre la base (visible u oculta) de la “superioridad” europea ante otros pueblos del mundo. Desde un marco teórico decolonial , asumo la idea de que la modernidad y la colonialidad son dos caras de una misma moneda, siendo las prácticas de apropiación y violencia típicas de la colonialidad las condiciones concretas (invisibles pero indispensables) para el desarrollo del humanismo abstracto de la modernidad occidental. Argumento que las concepciones modernas sobre democracia y derechos humanos (tanto en sus versiones iusnaturalistas como en las positivistas) se construyen desde Occidente en el marco de un proceso que se inicia en 1492, cuando se pone en marcha un sistema mundial simultáneamente moderno y colonial, donde la jerarquía racial/étnica basada en la distinción europeo/no europeo pasa a ser el elemento central que articula a diferentes formas de clasificación social interseccionales en escala global (configurando la colonialidad del poder, del saber y del ser). El humanismo moderno, al mismo tiempo en que sirve de inspiración para la emancipación burguesa en el interior de la sociedad europea feudal, sirve también para justificar la dominación del otro colonial en la otra orilla del Atlántico. Por otra parte, desde un marco teórico que se reconoce como una teoría crítica de derechos humanos , que es precisamente el referencial que inspira el programa de doctorado a que este trabajo está vinculado, defiendo que los derechos humanos realmente existentes, al priorizar una visión individualista del mundo y concebir a los derechos desde una perspectiva patrimonial y abstracta, sirven también para compatibilizarse con el modo de producción capitalista, que –necesariamente– no existe sin la explotación de los seres humanos por otros seres humanos y supone una distribución extremadamente desigual de los recursos y del trabajo a nivel mundial. Esa distribución desigual es justificada por una concepción de igualdad meramente formal, que actualmente se manifiesta a través de los conceptos de meritocracia (en el caso individual) y desarrollo (en el caso de un Estado nacional). El capitalismo impulsado por Occidente y respaldado por una ideología economicista descontextualizada y reduccionista también supone y naturaliza –como si fuera algo necesario e inevitable– una idea fetichista de progreso y crecimiento infinito, que actualmente amenaza a la propia posibilidad de manutención de la vida humana sobre la Tierra. El pensamiento dominante desalienta todo tipo de discusión en torno a la legitimidad de los derechos humanos realmente existentes y de determinadas “libertades fundamentales” (que supuestamente constituirían su núcleo duro). Se generalizó la idea de que, a partir de un hipotético “consenso” obtenido por la Declaración Universal de 1948, ya no hace falta discutir ni el contenido ni los fundamentos de los derechos humanos, sino exigirlos. Esa idea ignora el problemático contexto histórico de la Declaración, marcado por la amenaza real representada por las armas de destrucción masiva de las potencias dominantes y por las secuelas de cuatro siglos y medio de saqueo colonialista e injerencia imperialista, que restan naturalizados por el contenido particularmente individualista, abstracto y post violatorio de dicha concepción. Con eso, se generalizó en Occidente también una concepción procedimental, predominantemente pasiva y representativa de democracia, que tiende (en un contexto capitalista) a ser controlada por el poder económico, pese a las libertades formales. Tras el fin de la Guerra Fría, esas concepciones han alcanzado proporciones globales, bajo la generalización de las políticas neoliberales. Defiendo en este trabajo que estos discursos sirven actualmente para colonizar el horizonte utópico de los individuos y colectivos que se indignan con las injusticias del mundo, invitándoles a luchar con las herramientas, las narrativas y los ideales impuestos por el mismo sistema que les oprime, de acuerdo a sus reglas. La democracia formal y sus “libertades fundamentales” producen la ilusión de una aparente pluralidad bajo un relativismo moral que al mismo tiempo oculta el carácter universalista de sus contenidos y pone todos los individuos particulares a trabajar favor del sistema, por cuestión de sobrevivencia. Todos contra todos, incluso contra sí propios, dado que se trata de un sistema que conduce al suicidio colectivo, como sostiene Franz Hinkelammert. Entiendo que las alternativas concebidas en el ámbito de la modernidad/colonialidad (incluyendo las posmodernas) no son capaces de superar los problemas de la misma modernidad/colonialidad. Los universalismos sólo pueden imponerse como “universales” por la fuerza (no apenas militar, sino también económica y cultural) y así conducen a la percepción del otro, que no comparte de la misma “verdad” universal, no apenas como diferente, sino también como inferior. Mientras los relativismos absolutos conducen a que consideremos en el mismo nivel axiológico todas las diferentes concepciones de mundo, individuales y colectivas, incluso aquellas que suponen dinámicas que inferiorizan a otros seres humanos. Al recusar la moral, los relativismos nihilistas terminan también legitimando la imposición de la ley del más fuerte. El punto de partida de la propuesta desarrollada en esta tesis es la afirmación de la diversidad humana, cultural y natural como las mayores riquezas de la humanidad. Existen múltiples y complejas formas de ver, entender y sentir el mundo. Aunque todas esas formas tengan contradicciones, entiendo que muchas ellas (en sus principios y prácticas preponderantes) son compatibles con una convivencia pacífica, respetuosa, ecológicamente sostenible y libre de dominaciones con las demás. De la misma forma, existen concepciones que lo son en algunos aspectos y no lo son en otros, que se encuentran más o menos abiertas al diálogo horizontal. Pero también existen muchas concepciones de mundo (no apenas las occidentales modernas/coloniales, capitalistas y patriarcales) que no lo son en absoluto, pues se basan, legitiman o naturalizan la dominación, la humillación, la explotación, la opresión, la inferiorización y la destrucción de otros individuos, culturas y del medio ambiente. Eso no implica cualquier tipo de generalización que conduzca a la división del mundo en “buenos” y “malos” o a cualquier otro tipo de fundamentalismo geográfico. Existen propuestas abiertas a un horizonte pluriversal en el Norte, así como existen perspectivas completamente cerradas en el Sur. De la misma forma, existen pensadores decoloniales y críticos en el Norte y también pensadores colonialistas en en Sur. Entiendo que las ideas son las que deben ser combatidas, no las personas o las naciones. El propósito central de este trabajo es la formulación de una propuesta alternativa, entre otras posibles, parcial y situada, compatible con el horizonte pluriversal de un mundo donde quepan muchos mundos, parafraseando a una conocida insignia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional mexicano. Como pluriversalismo, entiendo un espacio donde muchas perspectivas diferentes puedan convivir sin que una se arrogue el derecho de sobreponerse a las demás. O sea, lo que se “universaliza” es precisamente el rechazo a todas las formas de dominación de un ser humano sobre otro (individual o colectivamente) y de utilización irresponsable de los recursos naturales de que todos los seres humanos necesitamos para vivir, independientemente de nuestras culturas, religiones u opiniones. El pluriversalismo no es un punto de partida (una moral absoluta) o de llegada (una ética procedimental, vacía de contenido), ni un relativismo moral nihilista, sino la apuesta radical en los diálogos y prácticas de reconocimientos horizontales, en un caminar compartido y convivido, cuyo punto de convergencia (una apuesta ética) es la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos, plurales y diversos y que tenga como horizonte un mundo en que sea posible y digna la vida para todos los seres humanos. Pero no concibe a los fines como ideales futuros, sino como prácticas concretas, en el presente y en el mundo concreto, compuesto de cuerpos concretos, con necesidades concretas, que son víctimas o privilegiados por relaciones concretas. Los medios no justifican a los fines, porque los medios son los fines. Por eso, es una apuesta material. Se trata de una propuesta, simultáneamente, de combate (a todas las formas de dominación, explotación, humillación, y etc. de unos por otros); de preservación (de la diversidad humana, cultural, epistémica, religiosa, ecológica); y de construcción (de diálogos, relaciones y dinámicas sociales basadas en el reconocimiento y en el respeto mutuo y horizontal). Es a partir de esa posición, interesada y nada neutral, que propongo un diálogo con la realidad cubana, en el sentido de buscar aportes, enseñanzas, encuentros y desencuentros en las prácticas de lucha y resistencia del pueblo cubano por su derecho a vivir bajo su propia soberanía, con independencia y construyendo el socialismo. No se trata de defender o acusar a Cuba, ni de negar sus contradicciones. Mucho menos de proponer la asimilación del modelo cubano por parte de otras naciones. No tengo ningún compromiso con la institucionalidad cubana ni con la de cualquier otro país, como Brasil, que financió la investigación. Sí tengo un profundo respeto por el pueblo cubano, y una profunda admiración por su dignidad, pero se trata de un trabajo absolutamente independiente, que asume voluntariamente compromisos y opciones con ideas y principios. Por eso, me propongo desde el principio a discutir a fondo tales opciones y compromisos. Asumo, desde el inicio de la investigación, la hipótesis de que las concepciones predominantes en Cuba sobre democracia y derechos humanos, pese a sus contradicciones, parecen ser de una manera general compatibles con el horizonte arriba descripto, en la medida que se construyen sobre la base de una lucha contra todas las formas de dominación, explotación e imperio y no conllevan ninguna pretensión (explícita o implícita) de imponerse a otras naciones, ni representan cualquier amenaza para la preservación de la vida humana en este planeta. Admitido, por lo tanto, la hipótesis de que puede haber en el proceso revolucionario cubano elementos (aciertos, errores, enseñanzas prácticas) que potencialmente pueden contribuir para otros procesos de lucha desde una perspectiva horizontal y respetuosa. Lo que me interesan, por tanto, son los elementos que eventualmente sí puedan contribuir con este diálogo. Con relación a la discusión sobre el tipo de método a ser utilizado, entiendo que ni el método inductivo (que busca sacar conclusiones generales a partir de análisis particulares) ni el deductivo (que busca encontrar principios generales y de ellos extraer otros principios secundarios y conclusiones particulares) son suficientes para un análisis pluriversal, crítico y decolonial, si utilizados de manera aislada. En el caso del método deductivo, la idea de partir desde lo empírico hacia lo general tiene por lo menos dos graves problemas: 1) es imposible que el investigador parta de una realidad empírica que le es ajena, por más esfuerzo que haga. Al transferir toda la subjetividad del trabajo para la realidad empírica, lo que terminamos haciendo es invisibilizar nuestro papel como sujetos productores de conocimiento y nuestra responsabilidad en cuanto seres éticos; 2) ni siempre se podrá sacar conclusiones generales desde lo particular, simplemente porque cada realidad empírica es diferente y porque una misma realidad empírica es internamente plural y es muy poco probable que el recorte elegido sea capaz de representar a la totalidad de lo que pretendemos analizar. La confusión (muchas veces intencional) entre reglas y excepciones puede fácilmente servir para que el investigador manipule sus conclusiones y extraiga enunciados “generales” de acuerdo a sus intereses, aunque disfrazados de “neutrales”. Ya los métodos deductivos conllevan la pretensión de universalidad de los principios generales adoptados a priori, lo que puede conducir a posturas intolerantes y colonialistas con relación a interpretaciones diferentes de la realidad, además de disolver toda la subjetividad de la persona que investiga en abstracciones que tienden a simplificar el mundo. Hablar sobre la realidad empírica desde una teoría abstracta, absoluta y superior (aun siendo una teoría crítica) es un error que conduce a una soberbia intelectual que esteriliza en gran medida la riqueza y el alcance de los resultados a que se puede llegar. De manera que la presente investigación no se encuadra en ninguna de las dos perspectivas predominantes. No parto de una teoría universal, que explique cuáles son los contenidos que deben tener la democracia y los derechos humanos por toda la humanidad. Ni de la búsqueda de estos principios en una realidad concreta. Parto del mero y sencillo presupuesto de que no puede haber ni siquiera un dialogo respetuoso sobre democracia y derechos humanos entre seres humanos bajo condiciones de naturalización de cualquier forma de inferiorización humana. Se trata de una actitud que, antes de proclamar derechos abstractos y universales, prefiere proponer una discusión desde un punto de vista concreto que supone como condición para un diálogo sobre democracia y derechos humanos el rechazo y el combate a tales condiciones asimétricas. No podemos construir derechos humanos ni democracia si no tenemos condición de mirarnos en los ojos en condiciones de respeto y sin enfrentar las desigualdades que nos inferiorizan a unos en beneficio de otros. Por sus características principales, la denomino como una “metodología dinámica, relacional y compleja”. Dinámica, porque se construye y se reconstruye durante el camino; relacional, porque busca relacionar diferentes elementos que suelen ser fragmentados por el pensamiento dominante; y compleja, porque rechaza las simplificaciones de la realidad en nombre de la racionalidad de las teorías. Con Joaquín Herrera Flores, entiendo que, cuando la realidad no se encuadre en la teoría, peor para la teoría. Sin embargo, se trata de un trabajo predominantemente teórico, y la metodología es predominantemente analítica, que cuenta con una investigación de campo de seis meses en Cuba. El campo es entendido como vivencia, en un sentido bastante amplio y los resultados no se resumen a los datos y entrevistas realizadas. Toda la experiencia (objetiva y subjetiva) de esa vivencia se encuentra diluida en la investigación. El objetivo general de la tesis es el de presentar aportes al esfuerzo colectivo que es la formulación de una propuesta pluriversal, crítica y decolonial sobre democracia y derechos humanos, considerando –además de la reflexión teórica– un diálogo con algunas experiencias de lucha y resistencia del pueblo cubano en defensa de su soberanía, independencia y autodeterminación. Ya los objetivos específicos son: 1) desarrollar una metodología de trabajo relacional, situando las premisas contextuales, epistémicas, metodológicas y empíricas de la investigación; 2) definir las bases para una propuesta pluriversal, crítica y decolonial sobre democracia y derechos humanos, a partir de una crítica a las concepciones dominantes en Occidente; 3) identificar, en distintos procesos de lucha del pueblo cubano por democracia y derechos humanos, experiencias, prácticas, teorías y narrativas que puedan aportar algo a dicha propuesta y a otros procesos de lucha. El trabajo está dividido en tres partes, siendo cada una de ellas correspondiente a un objetivo específico arriba descripto. La primera parte se intitula “premisas de la investigación” y está dividida en cuatro capítulos. En el primer, discuto las “opciones epistémicas, éticas, políticas y metodológicas de la investigación”. El segundo capítulo trata de relatar algunas premisas contextuales, describiendo algunos aspectos del mundo en que este trabajo se produjo, con datos obtenidos a través de diferentes fuentes, los cuales demuestran, de una manera general, como están repartidos el trabajo y los recursos en el mundo. El tercer capítulo aborda “algunas premisas de la ideología economicista dominante”, con la intención de demostrar su fragilidad y su desconexión con la realidad de las mayorías. El cuarto capítulo se intitula “algunas premisas empíricas: ¿por qué a los ojos de occidente cuba vive una ‘dictadura que no respeta a los derechos humanos’?”. Mi intención es introducir algunos de los argumentos que suelen ser utilizados por Occidente para caracterizar a Cuba como un modelo opuesto a la democracia y a los derechos humanos, con la finalidad de entender algunos de los significados que se ocultan bajo tales conceptos. La segunda parte de la tesis está intitulada “hacia una propuesta pluriversal, crítica y decolonial sobre democracia y derechos humanos”, y tiene también cuatro capítulos. El primer de ellos, que es el quinto de la tesis, trata de problematizar “los derechos humanos realmente existentes y el humanismo abstracto occidental”. Identifico la existencia de una idea de superioridad europea como premisa (visible u oculta) de ese pensamiento y cuestiono algunos de los argumentos que lo clasifican como universal, como la metáfora de las generaciones y la ficción del consenso histórico universal. El sexto capítulo “a propósito de la reaproximación de Estados Unidos con Cuba: ¿qué democracia y qué derechos humanos quiere el occidente imponer a cuba (y al resto del mundo)?” profundiza algunos temas introducidos en el cuarto capítulo y discute, desde una perspectiva decolonial, algunos elementos que contribuyeron a la formación de los Estados Unidos en cuanto imperio y a la construcción de determinados mitos acerca de su papel como un país “excepcional”, ícono de la libertad y guardián mundial de la democracia y de los derechos humanos. El séptimo capítulo, que se intitula “la colonización de las utopías y otras consecuencias de la asimilación del pensamiento dominante sobre democracia y derechos humanos” tiene el propósito de sintetizar las principales críticas formuladas en la tesis, para demostrar la insuficiencia de las concepciones dominantes sobre democracia y derechos humanos y preparar el terreno para el capítulo siguiente, el octavo, que trata de formular mis principales argumentos “hacia una propuesta pluriversal, crítica y decolonial sobre democracia y derechos humanos”. En este capítulo, defiendo la necesidad de descolonizar a los conceptos y luchar por las significaciones, y presento tres propuestas (que también son apuestas) para la construcción de una perspectiva de democracia y derechos humanos compatible con los horizontes propuestos por la tesis. La tercera y última parte, intitulada “Cuba, la Revolución Cubana y sus aportes a una propuesta pluriversal, crítica y decolonial sobre democracia y derechos humanos”, tiene el propósito de presentar algunos aspectos de las luchas cubanas por independencia, soberanía y autodeterminación y ponerlos en diálogo con la propuesta teórica formulada en la tesis. Está dividido en tres capítulos, siendo que el primero (que es el noveno), “Cuba y sus procesos de lucha por democracia y derechos humanos” tiene el objetivo de describir a algunos de los principales aspectos de estos procesos de lucha del pueblo cubano que entiendo como importantes para el diálogo propuesto. El décimo capítulo trata de presentar algunos elementos que pude identificar como “concepciones cubanas sobre democracia y derechos humanos”, a partir de diferentes narrativas, relatos, discursos, teorías y prácticas de la población de la isla. El décimo primero y último capítulo de la tesis tiene el propósito primario de presentar algunos “aportes de Cuba a la discusión en torno a una propuesta pluriversal, crítica y decolonial sobre democracia y derechos humanos”, y secundario de aplicar tales aportes para iniciar una discusión en torno a los actuales procesos políticos de América Latina, ante la actual ofensiva conservadora e imperialista.