La mirada del trabajo social sobre la sociabilidad de las personas mayores en el territorio y los equipamientos. El caso de Sevilla.
- José Luis Sarasola Sánchez-Serrano Director
Universidad de defensa: Universidad Pablo de Olavide
Fecha de defensa: 11 de julio de 2017
- Evaristo Barrera Algarín Presidente
- Ana Felisbela de Albuquerque Piedade Secretario/a
- Vicente Llorent-Bedmar Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El aumento del número de personas mayores se ha convertido en un problema importante dentro del contexto general de las sociedades modernas, que ha afectado al sistema económico, político y social. De ahí que médicos, trabajadores sociales, psicólogos, antropólogos, sociólogos, economistas, etc., entre otros muchos especialistas, se ocupen de la vejez y del envejecimiento de los individuos y de las poblaciones. Con la presente investigación se ha pretendido visibilizar el Trabajo Social en el ámbito de la gerontología. La gerontología se ocupa del estudio científico de la vejez desde todos los ámbitos: anatómico, bioquímico, fisiológico, sociológico, psicológico, económico, etc. Es por lo que la gerontología no constituye por sí misma una ciencia. El carácter científico de la misma se lo da la visión interdisciplinar. Al conocimiento completo de la vejez y del envejecimiento solo podemos llegar uniendo el conocimiento y la aportación de las distintas disciplinas, realizando investigaciones y teorizando a partir de las mismas. La gerontología es, pues, el resultado de un conjunto de saberes. La gerontología y el trabajo social son dos saberes jóvenes. Tanto en una como en otra durante los primeros años de su desarrollo -finales del siglo XIX y comienzos del XX- sobresalió el nivel empírico de su desarrollo sobre su crecimiento teórico. Ambas eran ricas en datos y pobre en teoría. Ambas en sus inicios se dedicaron a solucionar los problemas sociales de los mayores y sus consecuencias. Las dos primeras profesiones que se acercan a las personas mayores en esta etapa del ciclo vital fueron los médicos y los trabajadores sociales. Primero fueron los médicos que se ocuparon de estudiar las enfermedades y el deterioro de la vejez. El trabajo social se ocupaba de resolver las consecuencias sociales como la soledad, aislamiento y las necesidades económicas. Por consiguiente la cuestión primordial no ha sido saber, sino hacer, rasgo que ha definido su carácter práctico y hasta cierto punto a-teórico. En virtud del carácter nobel del trabajo social y de la gerontología, posiblemente originó que sus perfiles teóricos se alimentaran de los saberes de otras disciplinas consolidadas y han retardado -hoy todavía en construcción- su corpus teórico propio. De ahí que hayamos creído pertinente la cooperación a la construcción del corpus teórico del Trabajo Social Gerontológico. Hemos comenzado indagando en el proceso histórico del envejecimiento. Hay que saber de dónde venimos para construir hacia dónde vamos. En no pocas ocasiones creemos descubrir algo que ya estaba descubierto hace incluso siglos, como hemos tenido ocasión de comprobar en nuestra investigación. Nos hemos encontrado con dos idealizaciones muy usuales sobre la vejez: 1) Los ancianos en las sociedades tradicionales eran los detentadores del poder político, religioso y económico, en definitiva, que dichas sociedades constituían auténticas gerontocracias. 2) Los ancianos en las sociedades modernas quedan relegados a un bajo status cuando no a la pura y simple marginación social. Tanto en una como en otra idealización demostramos con datos etnológicos e históricos no se corresponden con la realidad. En el periodo preindustrial se daba la eliminación física de los ancianos, practicándose el gerontocidio y la inducción al suicidio en no pocos pueblos y culturas. En cuanto al segundo estereotipo tenemos que afirmar que a partir de las sociedades modernas el status del mayor y su situación social mejoran considerablemente, sobre todo a partir de la consolidación de los estados de bienestar Por otra parte, y como consecuencia de la lenta mejora de las condiciones de vida, la población envejece. Este fenómeno es inevitable cuando la vida se prolonga y las parejas tienen menos hijos. Por tanto, no resulta sorprendente que los patrones descendentes de fertilidad y mortalidad de los últimos decenios hayan producido cambios significativos en la estructura de edad de la población, aunque el fenómeno esté más avanzado en Europa. Actualmente más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas. Hay, pues, que desarrollar una política social en el ámbito de la ciudad para que no queden en el olvido y el aislamiento. Debe de establecerse un armónico desarrollo de competencias entre el poder central, el autonómico y el municipal. Al Estado -a nivel central y autonómico- le corresponde la noble tarea de llevar a cabo programas de renovación urbana que permita instaurar un equilibrio social de la población en el territorio urbano. Por lo que se refiere a los poderes municipales su responsabilidad se centra principalmente en el desarrollo de la vida asociativa. Por último, para conocer la sociabilidad de las personas mayores de la ciudad de Sevilla hemos recurrido a la novedosa técnica de la cartografía social. El uso de esta metodología nos ha permitido construir un conocimiento integral del territorio y poder visibilizar desde el trabajo social la distribución de los equipamientos destinados al desarrollo de la sociabilidad de los mayores de Sevilla. En definitiva, reflexionar sobre el proceso de envejecimiento activo, que da respuesta al nuevo paradigma de la vejez. Rompe con la visión de una vida inactiva para demostrarnos la capacidad que tienen las personas mayores para llevar una vida activa, participando en diferentes grupos y actividades de la comunidad. Para experimentar el éxito de una vejez feliz es necesario ser activo. Por otra parte, la mapificación nos facilita representar de manera gráfica un fenómeno social concreto, constituyendo una herramienta útil para la planificación social. Nos permite ver con bastante claridad los lugares donde se encuentran las carencias y las zonas desfavorecidas.