El registro orgánico en el entorno del lacus ligustinus durante el primer milenio a.c.paleobiología, tafonomía y análisis físico-químicos

  1. García Viñas, Esteban
Dirigida por:
  1. Eloísa Bernáldez Sánchez Directora
  2. Rafael Hidalgo Prieto Codirector

Universidad de defensa: Universidad Pablo de Olavide

Fecha de defensa: 19 de julio de 2016

Tribunal:
  1. José Luis Escacena Carrasco Presidente/a
  2. Blanca María Gómez Tubío Secretario/a
  3. Manuel Ferreras Romero Vocal
Departamento:
  1. Sistemas Físicos, Químicos y Naturales

Tipo: Tesis

Teseo: 418619 DIALNET lock_openRIO editor

Resumen

La paleodesembocadura del Guadalquivir ha sido un área intensamente ocupada y explotada por poblaciones humanas en diferentes momentos de la Historia. Desde el hallazgo de una factoría de salazón datada en el Neolítico (Escacena y Rodríguez de Zuloaga, 1988), hasta la transformación de la ciudad de Sevilla en una potencia mundial tras el descubrimiento de América (Fernández, 2002), por este territorio han pasado diferentes culturas que han ido dejando su impronta en el paisaje y en lo que hoy somos. La Edad del Hierro es un periodo especialmente interesante para los arqueólogos desde los inicios del s. XX, cuando se buscaban los primeros vestigios arqueológicos de la ciudad de Tarteso en el Cerro del Trigo (Bonsor, 1928). En 1958 el hallazgo del tesoro de El Carambolo se concibe como la evidencia clave de esa cultura mítica (Carriazo, 1959), pero no es hasta el año 2002 cuando las nuevas intervenciones arqueológicas realizadas en el cerro sacan a la luz el origen fenicio de un templo erigido en el s. IX a.C. (Fernández y Rodríguez, 2006). A día de hoy existen dos corrientes de pensamiento en torno al origen de Tarteso (Campos, 2013), por un lado los que defienden la idea de un Tarteso precolonial y por otro, los que la relacionan con la colonización fenicia. No obstante, fuesen autóctonos o colonos, poco se sabe de las costumbres cotidianas de esos pobladores en lo que respecta a las costumbres tróficas y al manejo del medio en el que habitaban (Escacena, 2007). Son escasos los estudios arquezoológicos realizados en el entorno del Lacus Ligustinus (Bernáldez y Bernáldez, 2000, 2001; Bernáldez et al., 2010, 2013; Pajuelo y Aldana, 2014), los cuales aportan un volumen de material orgánico suficiente para conocer aspectos rituales y aprovechamientos de las especies animales a escala local, pero que es del todo insuficiente para poder extraer con garantías información general de la paleocomunidad animal (Davis, 1989). Por lo tanto, esta investigación se plantea como un primer intento de aunar el registro faunístico de todos los yacimientos excavados en el entorno del Lacus Ligustinus para tratar de conocer el modo en que estos pobladores se relacionaban con el medio al que explotaban, la estructura de las cabañas ganaderas que manejaban y la probabilidad de hallar bioindicadores que marquen diferencias culturales y funcionales entre los depósitos analizados. Además del aspecto localista que presenta el análisis de depósitos paleobiológicos aislados, hay que tener en cuenta que dichos depósitos registran una información sesgada (Bernáldez, 1996). Es decir, el registro paleo-orgánico no contiene toda la información biológica del ecosistema del que proviene (Bernáldez, 2011). Los procesos acontecidos antes y durante la fosilización son los responsables de esta merma de información (Andrews, 1995; Denys, 2002), los cuales están siendo estudiados por diferentes grupos especializados en tafonomía para garantizar la bondad de las interpretaciones arqueológicas y paleontológicas (Behrensmeyer, XXX; Estévez y Mameli, 2000; Lloveras et al., 2009; Bernáldez, 2011). En este caso, se utilizará toda la información bioestratinómica obtenida por nuestro equipo de investigación en zonas cercanas a este área de estudio para garantizar la validez del depósito y como base de la interpretación tafonómica (Bernáldez, 2009; Bernáldez y García-Viñas, 2014).