Romanización del pensamiento político judeocristiano

  1. Giménez de Aragón Sierra, Pedro
Dirigida por:
  1. Juan Manuel Cortés Copete Director

Universidad de defensa: Universidad Pablo de Olavide

Fecha de defensa: 15 de mayo de 2012

Tribunal:
  1. Antonio Piñero Presidente/a
  2. Elena Muñiz Grijalvo Secretaria
  3. Josep Montserrat Torrents Vocal
  4. Clelia Martínez Maza Vocal
  5. Emilio González Ferrín Vocal
Departamento:
  1. Geografía, Historia y Filosofía

Tipo: Tesis

Teseo: 348409 DIALNET

Resumen

En el pensamiento político judío del Segundo Templo hubo dos grandes posturas políticas con respecto a la independencia de Israel y la convivencia con el invasor, subdivididas cada una de ellas en múltiples corrientes diferenciadas por matices de muy diverso tipo: la colaboracionista y la rebelde. Los hasidíes, frente a los helenistas, plantearon desde tiempos de Antíoco IV una frontal oposición al dominador extranjero. Se recupera aquí la hipótesis que identificaba al Maestro de Justicia de los manuscritos de Qumrán con Onías III, actualizándola con estudios arqueológicos recientes, y se considera como hasidíes los textos qumránicos más antiguos. Se reconstruye además la historia del hasidismo, y su división en saduceísmo, fariseísmo, esenismo y celotismo. De estas corrientes, las dos primera evolucionaron en el siglo I a.C. hacia el colaboracionismo con los romanos, mientras que la segunda se mantuvo al margen de toda colaboración y expectante ante las promesas apocalípticas, y la tercera propugnó el enfrentamiento armado. El origen del celotismo se sitúa en el contexto de la romanización de Judea en época herodiana, caracterizada por una fuerte expansión del culto imperial. En la segunda parte de la tesis se aborda el pensamiento político de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret, realizando un profundo estudio historiográfico y concluyendo que Jesús se situaba muy cerca de fariseos, esenios y celotes, corrientes todas ellas que aspiraban a la instauración del Reino de Dios mediante la llegada del Mesías, y que se diferenciara de ellas más en los medios que en los fines. Otra aportación interesante es la conexión de los textos políticos esenios y los textos políticos cristianos. Se aborda, por otra parte, la figura de Pablo como un judío antiimperial y apocalíptico, aunque se admite que su actitud respecto a la Torá, su interpretación del siervo sufriente y sus recomendaciones estratégicas a la comunidad romana supusieron el primer gran paso en la romanización del judeocristianismo. Finalmente, merced a un replanteamiento profundo de la datación de las fuentes cristianas más antiguas, tanto canónicas como apócrifas, se estudia cómo entre el 33 y el 133 d.C. se produjo un intenso proceso de romanización del judeocristianismo con la consecuente paradoja de que una religión que nació como antirromana, se preparó para convertirse con el tiempo en la religión única y oficial del Imperio.