Una aproximación a los discursos de los andaluces ante la calidad en el morir

  1. CERRILLO VIDAL, JOSÉ ANTONIO
Dirigida por:
  1. José María Arribas Macho Director/a
  2. Rafael Serrano del Rosal Codirector/a

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 19 de octubre de 2018

Tribunal:
  1. Luis Enrique Alonso Benito Presidente/a
  2. Beatriz Mañas Ramírez Secretario/a
  3. Fernando Aguiar González Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

La muerte es el único acontecimiento seguro de la vida humana y, siendo su límite natural, constituye en una guía para dar sentido a la propia vida. Como anticipara Simmel y desarrollara Heidegger, la muerte es el espejo de la vida: se muere como se vive, y se vive de un modo porque se aspira a morir de la misma forma. Esto convierte a la muerte en un formidable analizador social, e históricamente le asignó un lugar privilegio en las culturas tradicionales. Sin embargo, la Modernidad tendió a desplazar a la muerte de la vida cotidiana, por tres razones principales: 1) el descenso abrupto de la mortalidad sobrevenida y la consolidación de la llamada “muerte natural” (la que acontece a edad avanzada por el deterioro del cuerpo) como forma predominante de morir, han hecho de la muerte un fenómeno infrecuente; 2) la especialización funcional ha convertido a la muerte en objeto de gestión exclusiva de sistemas expertos (principalmente los sanitarios, pero también los seguros y las funerarias), que acontece además en espacios especializados y a menudo apartados de los centros urbanos (hospitales, tanatorios); 3) la destradicionalización de la cultura eliminó los rituales, creencias y protocolos de conducta asociados a la muerte, que permitían a las sociedades premodernas integrar la muerte en esquemas de sentido, y contribuían a mitigar el miedo a la finitud y a aceptar la pérdida. Ante la reducción del contacto con la muerte y sin orientaciones culturales sólidas para asumirla, las sociedades modernas acentuaron la tendencia psicológica natural a la negación de la mortalidad. No obstante, en las últimas décadas se aprecia un progresivo retorno de la muerte al espacio público, notablemente a través del debate sobre la eutanasia, el suicidio asistido y prácticas aledañas, cuyos defensores suelen agrupar como “derechos de salida” o más comúnmente, como el derecho a una muerte digna. Casos como los de Ramón Sampedro, Eulana Englaro, Chantal Sébire, Inmaculada Echevarría, Clara Lago o el Hospital Severo Ochoa de Leganés han generado lo que se percibe como fuertes polémicas y desatado intensos debates sociales, morales y científicos. La virulencia de estos debates y la renuencia de los responsables políticos a avanzar en la legalización de estas prácticas apuntan a una sociedad profundamente dividida. Sorprende por tanto encontrar que, al igual que sucede en otros países desarrollados, la opinión pública muestra un apoyo ampliamente mayoritario y creciente a la legalización del derecho a una muerte digna. ¿Por qué entonces tanta polémica, por qué tanta prudencia entre los representantes políticos? El objetivo de esta tesis ha sido responder a estas preguntas, contribuyendo con conocimiento científico fiable al debate ciudadano en torno a la calidad en el morir. Para ello, se ha indagado en los orígenes de la reivindicación de este particular derecho, se ha definido con precisión las distintas prácticas asociadas a la muerte asistida y se ha repasado los argumentos favorables y contrarios a su instauración, un debate de enorme complejidad técnica y moral habida cuenta de que nos enfrentamos a realidades inéditas en la historia humana. Después se expone la evolución de la forma en la que gestionamos la muerte y el morir desde las sociedades tradicionales a las contemporáneas. A continuación, se discute el proceso de individualización como clave del posicionamiento en el debate sobre la muerte digna. El resto de la tesis se dedica a confrontar nuestras hipótesis con datos empíricos obtenidos de una investigación con grupos de discusión. Nuestras conclusiones apuntan a una relación fuerte entre la aceptación o el rechazo a los procesos de individualización en curso y la postura favorable o contraria al derecho a una muerte digna: quienes tienen más control de sus circunstancias vitales -coincidentes sobre todo con las personas con más capital económico y cultural- aspiran a mantener sus preferencias hasta el momento mismo de su muerte, mientras que quienes padecen una existencia más precaria tienden a un repliegue identitario que niega la capacidad individual para decidir sobre su vida y su muerte.