La altiplanicie kárstica de la Sierra de Segura: el mayor torcal de la Cordillera Bética

  1. Francisco Moral Martos
Revista:
Boletín de la Sociedad Española de Espeleología y Ciencias del Karst: SEDECK

ISSN: 1696-1897

Año de publicación: 2019

Número: 13

Páginas: 34-46

Tipo: Artículo

Otras publicaciones en: Boletín de la Sociedad Española de Espeleología y Ciencias del Karst: SEDECK

Resumen

La divisoria hidrológica de las cuencas altas de los ríos Guadalquivir y Segura coincide con una extensa serranía, de unos 100 km de longitud: la Sierra de Segura. Desde el punto de vista geológico pertenece al dominio Prebético Interno de la Cordillera Bética, caracterizado por una potente secuencia de rocas sedimentarias fundamentalmente marinas (calizas, dolomías, margas, areniscas y lutitas). Estos materiales fueron deformados durante la orogenia alpina, que, además, produjo la emersión de la región hace unos 10 Ma. Poco después, en un periodo de relativa estabilidad, debió de formarse una superficie de aplanamiento debido a la acción de diversos procesos erosivos, entre ellos, los kársticos. Desde entonces la región ha sufrido un proceso continuo de levantamiento, a tasas de 0,2 mm/año, responsable de que la paleosuperficie se encuentre situada a unos 1700 m de altitud. Simultáneamente, se ha producido un profundo encajamiento de la red fluvial principal y un progresivo desmantelamiento de la paleosuperficie, sobre todo, en la margen izquierda del río Segura, donde ha quedado reducida a una serie de fragmentos aislados que localmente reciben la denominación de “calares”. En la actualidad se conservan más de 800 km2 de altiplano segureño en los que se ha desarrollado una extraordinaria morfología kárstica. Las dolinas son las formas kársticas más abundantes y características de la Sierra de Segura (se han inventariado más de 3000). Prácticamente todas las dolinas se encuentran sobre la paleosuperficie, sobre todo, en la franja occidental, que recibe unas precipitaciones considerablemente más abundantes. En definitiva, el desarrollo de la morfología exokárstica no solo está condicionado por factores geológicos, como la litología y la estructura de los materiales, sino que también intervienen factores climáticos y topográficos