Percepciones y valoraciones sociales del territorio en las aglomeraciones urbanaspaisaje y lugar en el Aljarafe (Sevilla)

  1. García Martín, Miguel
Dirigida por:
  1. Leandro del Moral Ituarte Director/a
  2. Florencio Zoido Naranjo Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 13 de diciembre de 2013

Tribunal:
  1. Rafael Mata Olmo Presidente/a
  2. Víctor Fernández Salinas Secretario/a
  3. Alfonso Mulero Mendigorri Vocal
  4. Sónia María Carvalho Ribeiro Vocal
  5. J. F. Ojeda-Rivera Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 351473 DIALNET

Resumen

El mundo occidental y, en concreto, el espacio geográfico mediterráneo se han ido construyendo a través de una rica dinámica histórica que ha dado como resultado un territorio complejo, que se proyecta formalmente por medio del paisaje. Éste último, como testimonio de la constante presencia humana y del paso sucesivo de civilizaciones, es fruto de un proceso secular legible a través de las formas visibles y las estructuras internas que constituyen dichos territorios. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX, la aceleración e intensificación del modelo capitalista de crecimiento y acumulación han precipitado una serie de cambios de difícil o nula reversibilidad que han afectado a casi todas las facetas del territorio y de la sociedad (incremento demográfico, acelerada expansión de las superficies urbanas, fortalecimiento del binomio centro-periferia, impactos al medio ambiente y el patrimonio, nuevos patrones culturales, etc.). En este nuevo contexto, denominado con diversas calificaciones y etiquetas (globalización, postmodernidad, periodo post-fordista o postindustrial...), se viene detectando un conjunto de fenómenos caracterizados por la pérdida de identidad de los territorios y por la acusada banalización de algunos entornos urbanos y periurbanos. Así, de forma concreta se puede hablar de fenómenos como la urbanización difusa (urban sprawl), la homogeneización constructiva de áreas residenciales, la falta de consideración del sitio y de sus peculiaridades en el diseño de la ciudad, la creación de espacios temáticos con predominio de imágenes y clichés globales, la pérdida o deterioro de lo vernáculo, así como otras manifestaciones que transforman formal y perceptivamente al paisaje, así como también al sentido del lugar. Paisaje y lugar tienen que ver, en definitiva, con espacios geográficos con un carácter o identidad definida y unos valores inducidos, con una cualidad empática con relación a la sociedad que los constituyen, los habitan, los utilizan y los interpretan. Por tanto, en este panorama contemporáneo caracterizado por la proliferación de espacios antipáticos, asépticos, carentes de carácter o identidad, faltos de vinculación con el territorio donde se asientan y con la sociedad que los habitan o transitan, paisaje y lugar toman protagonismo como elementos espaciales de referencia para los ciudadanos, vistos individual o colectivamente. Son los iconos simbólicos del patrimonio, los espacios con connotaciones espirituales o religiosas, los sitios venerados y deseados, los hitos de identificación colectiva, los espacios de la memoria, etc. Pero también son los lugares de la cotidianeidad, del encuentro social, son los espacios familiares y con los que se está familiarizado. El contraste fruto de la combinación de espacios cargados o carentes de significados resulta especialmente intenso en regiones con una gran proyección histórica y cultural sometidas en época reciente a fuertes procesos de urbanización, como se observa a lo largo de la región mediterránea. En particular, y como ámbito espacial objeto de esta investigación, la comarca sevillana del Aljarafe es un ejemplo y un reflejo paradigmático de esta confrontación de espacios con cualidades opuestas. Esta comarca se ha constituido secularmente a partir de una potente estructura agraria, que a través de un dilatado proceso histórico ha modelado su tradicional fisonomía rural. Paralelamente, es hoy una pieza determinante en el engranaje del espacio metropolitano de Sevilla (la mayor aglomeración urbana del sur peninsular), particularmente por su papel como soporte residencial. Efectivamente, en la comarca del Aljarafe (especialmente el área oriental, de clara vocación hacia la metrópolis) se observa la presencia de vastas coronas residenciales emergentes, concebidas de forma deliberada y caracterizadas por la confusión espacial, la falta de personalidad y la imagen insípida que proyectan. En torno a éstas, se levantan superficies comerciales y redes de infraestructuras que contribuyen a un desorden territorial y perceptivo que se ha hecho común acerca de la idea que de la comarca se tiene. Sin embargo, también se conservan en el Aljarafe patrones tradicionales que configuran el paisaje, con características particulares, elementos y localizaciones de una fuerte carga semántica, o que mantienen una vinculación empática con los ciudadanos. Los cascos históricos de algunos de los núcleos urbanos y en ellos algunos espacios públicos, los referentes patrimoniales como las haciendas de olivar (o el propio olivar), la red de caminos y senderos, o incluso los accidentes físico-naturales que estructuran el orden territorial (escarpes, lomas, riberas¿) sirven como ejemplos ilustrativos. Ante este panorama, analizar y estudiar las complejas interrelaciones que la sociedad establece con un entorno diverso como el de la comarca del Aljarafe se vuelve una prioridad, con el fin de conocer, entender y desvelar las claves por las cuales un territorio proyecta pero también asimila atributos, cualidades y valores determinados. En este sentido, la epistemología del paisaje puede servir como soporte conceptual y metodológico para conducir esta investigación, puesto que es desde la perspectiva geográfica y paisajística desde donde mejor se descubren las manifestaciones que afectan a la sociedad en las relaciones con su medio. Considerando el paisaje ¿en estrecho entendimiento con la noción de lugar¿ como la traducción perceptiva que las poblaciones tienen de un territorio, éste funciona como piedra angular para esclarecer cómo los ciudadanos interactúan con su medio, le otorgan un valor y un significado, de igual forma que el medio transmite con su carácter una sensación al ciudadano, afectando a su estado de ánimo, a su esquema espacial y a su interpretación de lo que le rodea.