Vedere i dettagli. La Calumnia di Apelle di Sandro Boticelli
- Agnoletto, Sara
- Monica Centanni Zuzendaria
- Juan Fernández Valverde Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: Universidad Pablo de Olavide
Fecha de defensa: 2022(e)ko urria-(a)k 26
- Esther Merino Peral Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
La investigación que les propongo tiene como objeto de estudio la Calumnia de Apeles de Sandro Botticelli, que fue la última obra de temática profana ejecutada por el artista. En ella, Botticelli replantea pictóricamente un fragmento ecfrástico redactado por Luciano de Samósata (II siglo), en el que el escritor pretende describir una obra del pintor de la Edad Antigua Apeles (IV siglo a.C.). Los datos seguros sobre esta pequeña pintura al temple (mide 62 x 91 cm.) son muy pocos: a la falta de documentos de archivo se añade el silencio de las fuentes histórico-artísticas previas a Le Vite de Giorgio Vasari, cuya primera edición fue publicada en Florencia en 1550, cuarenta años después de la muerte del artista, ocurrida en 1510. Debido a esta escasez de datos documentales, para arrojar luz sobre la obra es preciso centrarse en el análisis e interpretación de la imagen. Recientemente, la restauración de la pintura (llevada a cabo en 2003) y los avances de la tecnología de digitalización de obras de arte han permitido que la Calumnia se pueda apreciar en sus más mínimos detalles desde casa, en cualquier momento. Esas mejoras resultan ser especialmente útiles en la ardua tarea de estudiar los sujetos de los diminutos relieves que decoran las paredes de la logia donde Botticelli ha situado la Calumnia de Apeles propiamente dicha. Procede por tanto revisar las propuestas de identificación presentadas hasta el momento. Así pues, la Calumnia de Apeles de Botticelli se basa en una descripción literaria (écfrasis) elaborada por Luciano de Samosata en su opúsculo No debe creerse con presteza en la calumnia [Περὶ μὴ τοῦ ῥᾳδίως πιστεύειν διαβολῇ]. La primera traducción (al latín) del discurso contra la calumnia de Luciano fue obra de Guarino da Verona (1374-1460), uno de los alumnos más aventajados del diplomático bizantino Manuele Crisolora, a quien el canciller de Florencia Coluccio Salutati encomendó, ya en 1397, la primera cátedra de grammaticam et litteras graecas. El texto despertó enseguida un gran interés dentro del humanismo, siendo enorme su difusión: solo de las traducciones que se ejecutaron en Italia en el siglo XV se conservan cinco versiones en lengua latina y tres en lengua vernácula. A estas hay que añadir cuatros escritos – los tratados de arte de Alberti y Filarete, el Libellus de optimo statu de Filippo Beroaldo y el Comento sopra la Comedia di Cristoforo Landino – que recogen única y exclusivamente el pasaje ecfrástico, favoreciendo su circulación al margen del texto íntegro de Luciano. De esa guisa, el texto de Guarino (1405-06) sentó las bases de otras numerosas traducciones, incluidas las dos versiones (en latín y en italiano) de Leon Battista Alberti, quien puso en conocimiento de los artistas y de los tratadistas de arte la pintura de Apeles, al describirla como ejemplo de inventio en su tratado De Pictura (1435-36). Por todo lo expuesto, los artistas del Renacimiento pintaron sus Calumnias a partir de la écfrasis de Luciano, la cual se escribe a continuación: A la derecha aparece sentado un hombre de orejas descomunales, casi como las de Midas, extendiendo su mano a la Calumnia, mientras ésta, aún a lo lejos, se le aproxima; en torno a éste permanecen en pie dos mujeres, a mi parecer la Ignorancia y la Sospecha. Por el otro lado avanza la Calumnia, mujer de extraordinaria belleza, aunque presa de ardor y excitación, transparentando ira y furor, con una antorcha encendida en la izquierda y arrastrando con la diestra, de los cabellos, a un joven que alza sus manos al cielo e invoca a los dioses. La dirige un hombre pálido y feo, de mirada penetrante y aspecto análogo al de quienes consume una grave enfermedad: podría suponerse que es el Rencor. Le dan también escolta otras mujeres, que incitan, encubren y engalanan a la Calumnia; según me explicó el guía de la pintura, una era la Asechanza, y la otra la Mentira. Tras ellas seguía una mujer que se llamaba – según creo – la Metanoia/Penitencia. En efecto, volvíase hacia atrás llorando y llena de vergüenza, dirigiendo miradas furtivas a la Verdad, que se aproximaba. Así representó Apeles su arriesgada experiencia en la pintura. Es opinión compartida que Botticelli reprodujo la supuesta pintura de Apeles siguiendo fielmente la descripción de Luciano. Sin embargo, el estudio llevado a cabo evidencia que el objetivo del pintor es, conforme a la enseñanza de Alberti, el de inventar nuevos argumentos, gracias a la fuerza heurística de la inventio retórica. Dicho de otro modo, el objetivo de la Calumnia de Botticelli es el de reinventar la Calumnia de Apeles, centrando la atención en la construcción de un discurso pictórico original, adecuado a las circunstancias históricas del presente. De esta forma el calumniado es representado como figura Christi, puesto que tiene la postura de los pies de Jesucristo crucificado, así como un paño que nos remite al de pureza; Verdad es una figura híbrida de Venus-Veritas, cuyo modelo iconográfico es el de la Venus púdica helenística; el Rencor viste un «vil cilicio» como los espíritus de los penitentes que purgan el pecado de envidia en La Divina Comedia de Dante Alighieri (Pg. XIII); Penitencia adquiere algunos rasgos propios de Melancolía: la vejez, la encarnación oscura y la posturas de las manos cruzadas delante del vientre; y Calumnia, en lugar de expresar ira y furor, tiene una apariencia de calma serenidad, contraviniendo descaradamente lo reseñado en la écfrasis. Las variantes iconográficas de la escena alegórica ya de por sí solas modifican la enseñanza que Luciano proyecta a través de la pintura de Apeles...